jueves, 8 de diciembre de 2016

Fragmento del último capítulo del “Candido” de Voltaire:

« ¿Debéis tener, le dijo Cándido al turco, una extensa y magnífica tierra?
 -Sólo tengo veinte arpendes, contestó el turco; los cultivo con mis hijos; el trabajo aleja de nosotros tres grandes males, el aburrimiento, el vicio y la necesidad.»
Cándido, al volver a su granja, meditó profundamente sobre el discurso del turco. Les dijo a Pangloss y a Martín:
«Este buen anciano me parece haber conseguido mejor condición que los seis reyes con los que hemos tenido el honor de cenar. Las grandezas, dijo Pangloss, son muy peligrosas, según informan todos los filósofos: pues en fin, Eglon, rey de los moabitas, fue asesinado por Aod; Absalón fue colgado del pelo y traspasado con tres dardos; el rey Nadab 7, hijo de Jeroboam, fue muerto por Baasa; el rey Ela, por Zambri; Ocozías, por Jehú; Atali, por Joiada; los reyes Joaquín, Jeconías, Sedecías, fueron esclavos. ¿Sabéis cómo perecieron Creso, Astiages, Darío, Dionisio de Siracusa, Pirro, Perseo, Nerón, Oto, Vitelio, Domiciano, Ricardo III, María Estuardo, Carlos I, los tres Enriques de Francia, el emperador Enrique IV? Sabéis... 
-También sé, dijo Cándido, que tenemos que Cultivar nuestro jardín. 
-Tenéis razón, dijo Pangloss; porque cuando el hombre fue puesto en el jardín del Edén; fue puesto allí "ut operaretureum", para que trabajara: lo cual prueba que el hombre no ha nacido para el descanso.
- Trabaja sin razonar, dijo Martín; es la única forma de hacer soportable la vida.» 

(Voltaire, 1995: 168/69)